El sistema patriarcal y el machismo son unos de los fenómenos más siniestros y extendidos en el mundo. Supone que los hombres son superiores a las mujeres por naturaleza y por lo tanto, los derechos y beneficios que cada uno tiene deben ser distintos.

Para poner las cosas de forma directa y sin adornos, en una sociedad patriarcal ser hombre, es mejor que ser mujer. Esta creencia tiene consecuencias terribles para las mujeres: se invierte menos recursos en su educación y salud, y por lo tanto tienen menos oportunidades económicas, menos influencia política y menos libertad de decisión a lo largo de sus vidas.

Al menos desde la revolución agrícola, la mayoría de las sociedades humanas han sido sociedades patriarcales, de modo que como el machismo y el patriarcado parecen fenómenos tan universales, nos vemos obligados a preguntarnos, ¿por qué nos organizamos de esta manera?

Yuval Noah Harari
IMAGEN: MARK WEAVER

Hay varias teorías que intentan explicar este fenómeno. Me gustaría enumerar 3 de ellas, mismas que explica el Profesor Israelí Yuval Noah Harari en su libro Sapiens: De animales a dioses.

1. Potencia Muscular

La teoría más común señala el hecho de que los hombres son más fuertes que las mujeres, y que han usado su mayor potencia física para obligar a las mujeres a someterse. Una versión más sutil de esta afirmación aduce que su fuerza permite a los hombres monopolizar tareas que exigen un trabajo manual duro, como labrar y cosechar. Esto les da el control de la producción de alimentos, que a su vez se traduce en poder político.

2. La agresión

Otra teoría explica que la [...] evolución ha hecho a los hombres mucho más violentos que las mujeres. Las mujeres pueden equipararse a los hombres en lo que a odio, codicia y maltrato se refiere, pero cuando las cosas se ponen feas, los hombres son más proclives a la violencia física y bruta.

En épocas de guerra, el control de las fuerzas armadas por parte de los hombres los ha hecho también dueños de la sociedad civil. Después usaron su control de la sociedad civil para desencadenar cada vez más guerras, y cuanto mayor era el número de guerras, mayor el control de la sociedad por los hombres.

3. Genes patriarcales

Hombres y mujeres desarrollaron por evolución diferentes estrategias de supervivencia y reproducción. Al competir los hombres entre sí por la oportunidad de inseminar a mujeres fértiles, las probabilidades de reproducción de un individuo dependían por encima de todo de su capacidad para vencer y derrotar a otros hombres.

Una mujer, en cambio, no tenía ningún problema a la hora de encontrar a un hombre que la quisiera dejar embarazada. Sin embargo, si [...] necesitaba llevar a sus hijos en sus entrañas durante nueve arduos meses, y después alimentarlos durante años. A lo largo de ese tiempo tenía pocas oportunidades de obtener comida, y necesitaba mucha ayuda. Necesitaba un hombre. Con el fin de asegurar su propia supervivencia y la de sus hijos, la mujer no tenía otra elección que aceptar las condiciones que el hombre estipulaba para conseguir que este no se alejara demasiado y asumiera parte de la carga.

El Profesor Yuval expone que cada una de estas teorías tiene puntos flacos por lo que de forma individual no puede explicar el establecimiento universal del sistema patriarcal, sin embargo si tomamos elementos de cada una de ellas si que podemos hacernos una idea de como pudo haber surgido el patriarcado y algunas de las fuerzas que se vieron involucradas en su proliferación.

Yuval expone 3 razones por las que el patriarcado alcanzó unos niveles de establecimiento universales. Hay un cuarto agente, sin embargo, que el Profesor Harari no menciona, pero que vale la pena abordar:

Los hombres disfrutan la dominación.

La dominación implica estatus y poder, y a través de ella se pueden obtener toda clase de beneficios a expensas del otro, la esclavitud, por ejemplo y quizá el más terrible de ellos: el placer sexual a través de la violación. En palabras simples, el patriarcado también fue impulsado porque históricamente los hombres han encontrado placer en la dominación y el sometimiento. Después de todo, si los hombres disfrutan de someter a otros hombres (por ej. haciendo la guerra), ¿por qué no habrían de disfrutar sometiendo a mujeres?

El conquistador Mongol Genghis Khan nos ofrece una reflexión que nos puede ayudar a disipar las dudas:

"La mayor alegría que un hombre puede conocer es conquistar a sus enemigos y llevarlos ante él. Montar sus caballos y quitarles sus posesiones. Ver los rostros de aquellos que eran cariñosos con ellos, llenos de lágrimas y tomar a sus esposas e hijas entre sus brazos”. Genghis Khan

Pero ya sabemos que la moneda tiene dos caras, de modo que también podemos inferir que las mujeres encontraban sosiego en la protección que los hombres les proporcionaban durante sus etapas de más vulnerabilidad. En la sociedad moderna, por supuesto, este no es el caso, pero en un mundo en estado natural, cabe suponer que la protección de un hombre (o una manada de ellos) era bienvenida, no sólo para ellas, sino también para los hijos.

Hay quienes señalan que esta relación de poder no podría ser (el mismo Yuval, entre ellos). Argumentan que una mujer podría aliarse con otras mujeres para protegerse mutuamente. Si bien se trata de una observación razonable, también cabe suponer que una mujer podría no siempre está disponible para otra mujer, sobre todo cuando ambas están embarazadas. En ese caso, ambas requerirían de la protección de un hombre, que, en la mayoría de los casos y a partir de cierta edad, estará siempre disponible.

No es que las mujeres disfrutaran siendo sometidas, pero en muchos casos, era el precio que tenían que pagar a cambio de la seguridad y protección para ellas y sus hijos.

Los hombres disfrutan dominar y las mujeres biológicamente se sentían aliviadas con las sensación de seguridad que les proveía un hombre en tiempos de gestación y durante la crianza de los hijos. Y a partir de ahí, a medida que los grupos humanos pasaron de las tribus a las metrópolis de hoy, la brecha de la desigualdad se fue haciendo más grande y compleja.

Hoy, las mujeres no necesitan de un macho protector y los hombres tampoco necesitan dominar a las mujeres para mantener su estatus, pero ahí está la herencia de la evolución, como una sombra que ha sido muy dificil erradicar.

Sumergirnos en nuestro pasado, entender como surgimos en el mundo y las adaptaciones que desarrollamos para sobrevivir y prosperar, nos ayuda a comprender nuestra psicología y comportamiento actual. También nos ayuda a comprender que muchos de los comportamientos que la evolución impulsó, responden a un mundo que ya no existe, y que algunos de ellos no es que ya no sean útiles hoy, sino que, como el patriarcado (y nuestra terrible necesidad de estatus), son francamente nocivos para el mundo moderno.

Hacer este tipo de deliberaciones es muy útil para adueñarnos de nuestras vidas y para construir una sociedad más justa para todos, que implique menos sufrimiento y en la que todos contemos con las mismas oportunidades para florecer y realizarnos.

Por
José M. Reyes