Los Esenios, una secta judía antigua, tenían un ritual muy particular de bautismo: sumergían a los iniciados bajo el agua por un periodo extendido de tiempo, llevándolos casi al punto de no retorno. El objetivo era provocar en ellos una poderosa experiencia de muerte y renacimiento.

Otros grupos intentaban provocar experiencias similares, mediante otros métodos igual de extremos: ahogándolos con humo, estrangulándolos o comprimiendo las arterias carótidas. Cualquier método era bueno para cortar la respiración.

Hoy, la comunidad científica considera la respiración como un acto mecánico y automático del cuerpo, que poca trascendencia tiene. Lo único que nos debe preocupar, dicen, es no dejar de respirar. En cambio, virtualmente, para cada gran tradición del conocimiento, la respiración era algo sagrado, un camino para el desarrollo espiritual, para acceder a estados superiores de consciencia, e incluso, era Dios mismo.

En el Génesis, por ejemplo, se escribe:

“Dios el Señor formó al hombre, de la tierra misma, sopló en su nariz y le dio vida. Así el hombre comenzó a vivir.”

Un texto taoísta chino se refiere a la nariz como la «puerta celestial». En otras palabras, nos intentan decir que la respiración nos conecta con los aspectos divinos de la realidad o que, de hecho, no hay diferencia entre lo que respiramos y Dios.

En la India, utilizaban el término “prana” para señalar igualmente, al aliento físico, el aire, y a la esencia sagrada de la vida. En latín, aliento y espíritu eran indivisibles, y se referían a ellos con la palabra “spiritus”.

Con cada respiración, Dios entra en nosotros, y alimenta cada una de nuestras células. Poético, ¿no crees?, observando las cosas así, podemos entender porque para muchas culturas y tradiciones, la respiración era un acto divino.

Estados Alterados de Consciencia

¿Cómo fue que estos monjes y sabios concluyeron que la respiración es la puerta que nos conecta con lo sagrado?

Una explicación, es que los ejercicios de respiración nos ayudan a entrar en estados no ordinarios de consciencia. Estados que nos permiten percibir aspectos de la realidad a los que no podemos acceder con el estado de consciencia burdo en el que nos encontramos mientras estamos despiertos (vigilia).

Así es, percibimos la realidad de la manera en la que lo hacemos, solo porque nuestro cerebro se encuentra ajustado en un determinado estado de consciencia (con determinadas ondas cerebrales). Y acceder a otros estados de consciencia, cambia la forma en la que percibimos la realidad.

William James, el padre de los psicólogos norteamericanos, insistía en que:

«Nuestra conciencia normal de vigilia no es más que un tipo especial de conciencia, en tanto que en derredor de ella, y separadas por la más tenue de las pantallas, se extienden formas de conciencia totalmente diferentes».

Una manera sencilla de entender esto, es imaginando que nuestro cerebro es una antena de radio, que se encuentra fija en una frecuencia, que nos da acceso a sólo una estación, y por lo tanto a un tipo limitado de información.

Pero de pronto descubrimos que podemos cambiar la frecuencia de la radio, y con ello se abre un mundo de posibilidades: nueva música, nuevos programas, información novedosa, distinta a la que estábamos acostumbrados.

Lo mismo ocurre con los estados de la consciencia. Cuando nos encontramos en el estado de vigilia, percibimos una parte de la realidad, pero a medida que accedemos a estados superiores de consciencia, se nos van descubriendo aspectos más sutiles de la existencia.
Monje Budista Matthieu Ricard antes de participar en una prueba para medir sus ondas cerebrales mientras medita.
Monje Budista Matthieu Ricard antes de participar en una prueba para medir sus ondas cerebrales mientras medita.

Y entre ellas, están las llamadas experiencias cumbre, mismas que numerosos místicos, religiosos y meditadores han definido como un estado de union con Dios o con el cosmos. He aquí un pequeño testimonio, que el filósofo Ken Wilber recoge en su libro “El Espectro de la Consciencia”:

“Llegó entonces un período de arrobamiento tan intenso que el universo se inmovilizó […] En ese mismo momento maravilloso de beatitud celestial se produjo la iluminación. En una intensa visión vi cómo se reorganizan los átomos o moléculas —no sé si materiales o espirituales— de los que, al parecer, está compuesto el universo. ¡Qué gozo cuando vi que no había ruptura en la cadena —no faltaba ni un solo eslabón— y que todo estaba en su momento y su lugar! Mundos y sistemas, todo se combinaba en una armoniosa totalidad. (R. M. Bucke).

Esta experiencia mística, corresponde a un estado de consciencia distinto al de la vigilia. En otros tiempos, la ciencia consideraba estos episodios como simples aberraciones mentales o estados psicóticos. Hoy, los científicos menos ortodoxos, estudian con más seriedad estos estados, no para descartarlos, sino para entender que ocurre en nuestro interior cuando estas experiencias acontecen.

5 Estados de Consciencia

Y uno de los hallazgos más importantes hasta ahora, es que todo estado de consciencia tiene un patrón específico de ondas cerebrales. De momento la neurociencia reconoce la existencia de los siguientes 5 estados de consciencia.

Ondas cerebrales Beta: es el estado de consciencia más ordinario. Es en el que funcionamos la mayor parte del día, mientras nos encontramos despiertos. Si todo esta bien contigo, es el estado en el que te encuentras en este preciso instante. Y es de gran importancia: es el que te ayuda a resolver problemas, juzgar situaciones, tomar decisiones, enfocarte en una tarea, conversar y aprender nuevos conceptos.
Ondas Alfa: accedemos a este estado cuando estamos relajados física y mentalmente. Básicamente, activamos alfa cuando movemos nuestra atención del mundo exterior, a nuestro universo interior. Caemos de forma natural en este estado cuando estamos a punto de conciliar el sueño, al practicar Yoga, o cuando entramos en estados de meditación ligera.
Ondas Theta: Estas ondas indican una relajación profunda y ocurren con más frecuencia en practicantes de meditación altamente experimentados. Cada día accedemos a este estado de manera orgánica, pero solo lo hacemos al dormir y soñar. Acceder a este estado mientras estamos en vigilia, significa despertar la creatividad, y mejora nuestra capacidad de aprender. Algunos vinculan las ondas theta con la intuición y el potencial psíquico.
Ondas Delta: Es el terreno del sueño profundo y los estados de relajación más profundos. Es el estado donde se estimula la sanación y el rejuvenecimiento. Aquí también accedemos a información del inconsciente.
Ondas Gamma: Este tipo de ondas cerebrales son las que le dieron al monje budista Matthieu Ricard, el título del hombre más feliz del mundo. En un estudio, investigadores colocaron 256 electrodos en el cráneo de Matthieu, para analizar sus ondas cerebrales mientras practicaba un tipo de meditación relacionada con la compasión.
Datos registrados durante la prueba de electroencefalografía del monje budista Matthieu Ricard.
Datos registrados durante la prueba de electroencefalografía del monje budista Matthieu Ricard.

En el estudio, el monje (anteriormente genetista) alcanzó niveles de ondas Gamma nunca registrados en otro ser humano. Las ondas gamma están relacionadas con la percepción aumentada, el procesamiento cognitivo del nivel más alto y los estados mentales cumbre. De alguna manera es como si el cerebro integrara diferentes partes del cerebro para procesar información simultáneamente.

Las ondas gamma son las más fuertes y veloces de todas y se observan con más regularidad en meditadores de muy largo plazo, incluidos los monjes budistas. Largo plazo aquí quiere decir entre 15 y 40 años de meditación.

Cuando leí el caso de Matthieu Ricard, no pude evitar pensar que el entendimiento que la ciencia tiene de los estados de consciencia aun es limitado. Una de sus mayores contribuciones, es la de encontrar las oscilaciones cerebrales que corresponden a determinados estados de consciencia. Pero no tienen mucho más que decir más allá de como la consciencia luce en el cerebro.

Hoy, los neurocientíficos aun no son capaces de entender como el cerebro produce la consciencia. Y en un extremo, hay investigadores que reconocen que no cuentan con suficiente evidencia de que, de hecho, la consciencia se origine en el cerebro. Ellos llevan al extremo la idea del cerebro como una antena de radio. Consideran que este órgano no es más que el receptor de la consciencia, y que esta proviene de un sitio del que no tienen idea. Como si fuera de nosotros existiera un campo de consciencia al que nos conectamos.

Otros opinan que hasta la partícula más pequeña de materia tiene consciencia. Esto, en términos prácticos quiere decir que todo, y no solo los seres vivos tienen una forma de consciencia. A esta teoría le llaman Panpsiquismo.

De acuerdo al Panpsiquismo, todo objeto animado o inanimado tiene una forma de consciencia.
De acuerdo al Panpsiquismo, todo objeto animado o inanimado tiene una forma de consciencia.

Como ves, aun hay mucho que desentrañar acerca de la consciencia y sus niveles. Así que seguramente en las siguientes décadas, aumentará el conocimiento que tenemos acerca de cómo entrar en estos estados nos beneficia. Pero mientras tanto, algo ya sabemos:

Acceder a los niveles alfa, theta, delta y gamma tiene beneficios en diferentes dimensiones:

  • Nos sana física y psicológicamente
  • Psicólogos e investigadores han observado cómo pacientes han superado episodios traumáticos al entrar en estados profundos de consciencia
  • Libera emociones que estaban reprimidas incluso desde la infancia
  • Regenera órganos y tejidos y por esta razón contribuye al rejuvenecimiento
  • Nos hace más intuitivos y creativos, pues nos pone en contacto con nuestro subconsciente
  • Al liberar material del subconsciente, podemos acceder a recuerdos e información que podría ayudarnos a sanar
  • Pero tocar la puerta del subconsciente no solo es útil para resolver problemas del pasado, sino también los de hoy. Así, empresarios, artistas y científicos están recurriendo a estados “alterados” para encontrar respuesta a sus problemas más difíciles y tomar decisiones complejas.

Como hemos visto, las experiencias místicas y trascendentales en las que nos volvemos uno con el universo, son apenas una de las capacidades que despertamos al entrar en contacto frecuente con estados no ordinarios de consciencia.

¿Qué más descubriremos? el tiempo lo dirá, pero a todas luces, es emocionante.

Ahora bien, y probablemente lo que estabas esperando:

¿CÓMO ACCEDEMOS A ESTOS ESTADOS DE CONSCIENCIA?

Ya vimos que a la mayoría de los estados de consciencia más profundos entramos cuando estamos dormidos. Seguro también advertiste que la meditación nos permite activar estos estados mientras estamos despiertos. Pero esta no es la única forma de lograrlo.

Foto de Jr Korpa
Foto de Jr Korpa

Uno de las métodos para inducir estados no ordinarios de consciencia más difundidos hoy, es a través del uso de alucinógenos, como el LSD. De hecho, en 1960, el psicólogo transpersonal Stanislav Grof estaba experimentando con estas sustancias para inducir estados alterados en sus pacientes, para liberarlos del trauma. Pero a finales de esa década, en EEUU se prohibió el uso de estos psicodélicos, de modo que el Doctor Grof, tuvo que buscar alternativas para provocar estos estados de manera natural.

¿Y en dónde los encontró? Por supuesto: en los ejercicios de respiración.

Durante los siguientes años, Stan desarrolló la Respiración Holotrópica, una técnica que involucra respiración profunda, trabajo corporal y música sugestiva, para inducir estados no ordinarios de consciencia y liberar a sus pacientes del trauma.

Por supuesto, Stan no inventó la rueda. Los ejercicios de respiración, como ya vimos, son parte de muchas culturas. Y hoy, lo mismo que hace cientos de años, existen múltiples técnicas y estilos. Algunas son sumamente simples y no exigen de los participantes nada más que respirar de manera acelerada durante cierto tiempo. Otras técnicas son más sofisticadas, en sus ritmos, patrones y rituales.

Participantes de un retiro de Respiración Holotrópica
Participantes de un retiro de Respiración Holotrópica

Pero al final, todos las variaciones, de oriente u occidente, se reducen a lo mismo: presta atención a tu respiración, y respira. Respira con vigor, una, otra y otra vez, hasta que comiences a sentirte relajado.

Y a medida que inhales y exhales, te habrás movido del estado de consciencia beta (vigilia), al alfa, y si continúas respirando, alcanzarás los niveles más profundos de alfa y con ello te sentirás más relajado, mucho menos agobiado por los problemas externos que en el fondo sabes que son mundanos.

Después, entrarás al nivel Theta. Ahí tu mente que no para de pensar, estará cada vez más quieta. Y el ego, ese aspecto de tu psique que te da la sensación de estar separado de todo, se relajará también. En este estado, nos explican los expertos, procesamos emociones y, puede ser el caso, que se liberen sentimientos reprimidos.

Y si continúas respirando, ¿qué podría suceder? Quizá entres en un estado Delta o Gamma. Tal vez experimentes estados de dicha, éxtasis o beatitud. Todas formas distintas de describir las sensaciones que nos sobrevienen cuando el ego se apaga y experimentamos una conexión con todo. La misma que, explican los místicos y sabios, es nuestra verdadera naturaleza.

Las experiencias en estos estados son muy diversas, nadie podría decirte con certeza que ocurrirá en tu interior. Pero es cierto, puede que no te suceda otra cosa que no sea experimentar una calma completa. Pero lo que si sabemos, es que sin importar que ocurra con la mente, tu cuerpo entrará en un estado de reparación profundo:

Tus células y órganos comenzarán a regenerarse. El cortisol, que es la hormona del estrés, se metabolizará y será desterrado de tu organismo. Tu sistema inmune se fortalecerá, y tu cerebro comenzará a crear nuevas conexiones y a reorganizarse.

Con el tiempo, las zonas relacionadas con el miedo y la emocionalidad se encogerán, y aquellas que promueven la concentración, la auto consciencia, la disciplina, la compasión y la gratitud, se harán más prominentes.

Un cerebro organizado de esa manera, ¿qué puertas nos podría abrir? Los taoístas consideraban que una celestial. Pero la mayoría de nosotros tenemos ambiciones un poco más terrenales: queremos sentir menos estrés y mejorar nuestra salud, deseamos sentir más control sobre nuestras emociones o incluso superar el trauma.

Pues bien, de acuerdo a lo que hemos aprendido hasta ahora, la respiración consciente y profunda, tiene la llave para abrir esas puertas.

Por
José M. Reyes