Las emociones son uno de los factores que más peso tienen en nuestra calidad de vida. Aun así, el entendimiento que tenemos de ellas es muy impreciso, superficial y está lleno de mitos y dudas:

¿Las emociones son reacciones automáticas? ¿podemos controlar lo que sentimos? ¿cómo se crean nuestras emociones? ¿el cerebro las produce? y si es así ¿cómo decide qué sentimos en cada experiencia que tenemos?

Escribí este artículo para dar respuesta a estas dudas y algunas otras. Así que al terminar de leerlo, comprenderás mucho acerca de como funciona tu cerebro, como produce tus emociones e incluso porque el mundo que nos rodea es muy diferente de como lo percibimos.

El mundo como lo percibimos es una ilusión

El neurólogo británico Oliver Sacks alguna vez escribió que cada acto de percepción es hasta cierto punto un acto de creación. El Doctor Sacks, por supuesto, no intenta decirnos que el mundo externo y tangible que nos rodea, no exista, sólo que no existe de la forma en que lo percibimos.

El Científico suizo Albert Hoffman, expone el dilema de una forma más clara:

“Afuera hay energía pura y sustancia incolora. Todo lo demás sucede a través del mecanismo de nuestros sentidos. Nuestros ojos ven solo una pequeña fracción de la luz en el mundo. Es un truco para hacer un mundo coloreado que no existe fuera de los seres humanos”. Albert Hoffman

A eso se refiere Oliver Sacks, el mundo, sus objetos, y en general todo lo que nos rodea, en realidad luce muy distinto de como nosotros lo captamos. La imagen que resulta de todo esto es un tanto inquietante: Ahora mientras escribo esto, resulta que la computadora, la mesa, la silla y la taza de café de los que ahora dispongo, tienen un aspecto distinto de como los estoy percibiendo. En escencia, carecen de color, no es que sean grises, sino que simplemente adolecen de cualquier matiz.

Mientras continuo escribiendo, una canción suena al fondo, The Wrestler de Bruce Springsteen, pero resulta que la misma lógica se suscribe a este ejemplo. Si en este cuarto en el que ahora estoy, no hubiera un ente con un cerebro y la capacidad para escuchar, nadie percibiría el sonido.

Como se produce el sonido
Como se produce el sonido

El sonido, lo mismo que los colores, son una creación del cerebro. A medida que la canción surge de las bocinas, produce vibraciones en el aire, a continuación, estos cambios en la presión del aire son captados por el oído externo, y son trasladados al tímpano, que a su vez producen vibraciones en el oido medio. Estas vibraciones mueven un líquido en el oído interno, que convierte estas alteraciones de presión en señales eléctricas que van a parar al cerebro. Y así el sonido nace.

Sin estos "trucos", no hay sonido, no hay música, no hay magia.

Einstein y Niels Bohr
Bohr y Einstein (1925)

Se dice que en alguna ocasión, Albert Einstein preguntó a su amigo físico Niels Bohr, si él realmente creía que la luna no existía sin nadie que la observara, a lo que su amigo Bohr respondió que sin importar cuanto se intentara, no había forma de probar lo contrario. Por supuesto, no es posible comprobar si la luna existe o no ante la ausencia de un observador, pero lo que si sabemos es que sin alguien que la contemple, esta sería invisible, porque no habría unos ojos y un cerebro que convierta la luz en un color determinado.

El color, más que una característica objetiva de la realidad es una experiencia. Una experiencia que se compone de luz reflejada en un objeto cualquiera, unos ojos y un cerebro. La luz se refleja sobre la luna y en cuanto la retina de nuestros ojos captan este hecho, se vale de tres tipos de fotorreceptores (neuronas especializadas sensibles a la luz), para convertir la luz en señales eléctricas que el cerebro recibe y transforma en color. Ante la ausencia de un cerebro, no habría experiencia del color, sólo luz derramándose sobre el mundo.

El psicólogo estadounidense Abraham Maslow decía que buscar lo extraordinario en lo exótico, en lo extraño o en lo supernatural es un signo de ignorancia, la ignorancia de que todo cuanto nos rodea es extraordinario. Tenía razón. La naturaleza es extraordinaria no sólo por los espectáculos que nos ofrece, desde los atardeceres y el cielo estrellado, sino también porque nos dotó con toda clase de mecanismos para que podamos apreciar todo ello y maravillarnos (también, por cierto, nos obsequió las emociones que experimentamos al maravillarnos).

Me considero una persona con tendencias espirituales, de modo que cuando leo esto, me convenzo de que no hay nada más espiritual y perfecto que la naturaleza. No hay necesidad de buscar en lo supernatural para regocijarnos, pues lo supernatural, sólo son los misterios de la naturaleza que aun no hemos sido capaces de descifrar.

Y uno de esos misterios que aun no hemos sido capaces de descifrar, es nuestro cerebro.

El Cerebro

El Cerebro
Imagen: iStock/Jolygon

Fraguado a lo largo de cientos de millones de años de evolución, el cerebro es una red cuya complejidad no acabamos de dimensionar: 86 mil millones de neuronas unidas por cien billones de conexiones, entretejidas en una complicada estructura orgánica. Pero hacer esta descripción tan técnica del cerebro implica no hacerle justicia, pues gracias a él estamos vivos y de una manera más profunda, gracias a él contamos con las capacidades que le dan sentido a nuestra existencia: amar, sufrir, reír y llorar.

El cerebro, sin embargo, de acuerdo a los estudiosos de la evolución, tuvo un origen más modesto. No estaba entre sus planes darle dimensiones tan profundas a la existencia humana, en cambio, perseguía un propósito más sencillo: ayudarnos a mantenernos con vida, prosperar y pasar nuestros genes a la siguiente generación.

La naturaleza impulsó el surgimiento del cerebro y el sistema nervioso, porque tenía la necesidad de percibir lo que ocurría en el exterior y sin esta capacidad, cabe suponer, un organismo perecería rápidamente. Imagina ahora mismo que pasaría si todos tus sentidos se apagaran repentinamente. No habría forma de que captaras información del exterior. Te convertirías en una masa de carne que respira, pero virtualmente, no tendrías ninguna otra experiencia.

En cierta forma, nuestro cuerpo y sus sentidos conocidos, no son nada más que una gran fuente de información sensorial para nuestro cerebro. Información que necesita para ayudarnos a responder apropiadamente al exterior.

"El cerebro humano nos prepara para desarrollarnos en un mundo de objetos, seres vivos y otras personas. Estos entes inciden de forma importante en nuestro bienestar, y cabría esperar que el cerebro esté bien equipado para detectarlos y detectar sus poderes. Ser incapaz de reconocer un precipicio, una pantera hambrienta o a un cónyuge celoso puede tener unas consecuencias negativas importantes para la salud biológica, por expresarlo suavemente. La fantástica complejidad del cerebro está ahí en parte para registrar hechos y sus consecuencias en el mundo que nos rodea." Steven Pinker

Cerebro y Emociones

Cerebro y Emociones
Cerebro y Emociones

Cada que nuestro cerebro capta información a través de nuestros sentidos, prepara cambios automáticos en nuestro cuerpo y estos cambios, tienen el potencial de cambiar como nos sentimos. Puesto de una forma sencilla, tu cerebro detecta información relevante del exterior y formula una respuesta que te prepara para tal situación, esta respuesta, puede ir acompañada de cambios en la energía de nuestro cuerpo, en nuestra mente y en nuestro nicho afectivo (emociones y sensaciones).

Nuestras emociones, de hecho, son una parte importante de las respuestas que emite el cerebro y casi cada situación en la que nos encontremos tiene la virtud de evocar una respuesta emocional en nosotros.

Hay situaciones en las que esto se torna obvio, por ejemplo, imaginemos a una mujer caminando sola a las 11 de la noche en un barrio poco seguro y oscuro que a lo lejos percibe la figura sospecha de un hombre. Apenas percibe esta escena, su cerebro segrega cortisol para contar con una reserva extra de energía en caso de que se necesite, y emerge una emoción determinada que le ayude a sortear este episodio: miedo, valentía o quizá algo de rabia por las memorias de injusticia que su cerebro evocó.

Las emociones, pues, no son un ente independiente a la mente y al cuerpo, en cambio, son una parte crucial de la respuesta del cerebro para ayudarte en cualquier situación en la que te encuentres.

Pero estas respuestas emocionales no se limitan a situaciones apremiantes, como la que acabamos de describir. Básicamente, casi cualquier episodio puede invocar en nosotros una respuesta emocional: una canción que acabamos de escuchar, un recuerdo que emergió de nuestra memoria al pasar por un vecindario que solías visitar en tu adolescencia, etc. De hecho, no necesitas ser un participante activo de una situación, ni siquiera necesitas moverte para que tu cerebro emita una respuesta.

Por supuesto, tu cerebro no se preocupa por como esa respuesta te hace sentir, si te sume en la nostalgia, en la rabia o te empodera. Esas son preocupaciones secundarias para él. Su función es bastante mecánica si se quiere: se limita a construir la respuesta que considera más apta para manejar la situación en la que te encuentras, no cual de las posibles opciones te hará sentir mejor.

Bucle de Predicción

Estas respuestas a estímulos son el pan de cada día para el cerebro, tan importantes y frecuentes son, que de hecho, algunos científicos coinciden en que es su modo primario de operación. A este proceso se le conoce como Predicción y es uno de los grandes responsables de las variaciones emocionales que experimentamos a lo largo del día.

Pongamos un ejemplo:

En este instante, tú estás leyendo estas palabras, de modo que podrías suponer que tu cerebro no está recibiendo otra información que no sea la que contiene este escrito. Pero no es así. Mientras lees, tu cerebro está recibiendo toda clase de estímulos a través de tus sentidos, hay ciertos sonidos, ciertos olores, incluso otras imágenes de las que no eres consciente, pero que tu cerebro ha detectado.

Tu cerebro en este momento tiene una imagen más o menos clara de la situación en la que te encuentras y tomando en cuenta estos "inputs" emite una predicción, esta predicción es la respuesta de tu cerebro a lo que ahora te acontece. Predice que requieres cierta energía acorde a la situación, no tanta en el cuerpo, sino más en la mente para procesar el significado de las frases y si acaso lees algo confuso que requiere de más esfuerzo mental para ser digerido, te envía energía extra.

Tu cerebro tiene la función de monitorear constantemente todo lo que te sucede, no solo el ambiente en el que estás, sino el estado interno de tu cuerpo, y las predicciones son su mejor apuesta acerca de que podría suceder a continuación, de modo que nada te tome por sorpresa.

Pero ahora supón que al tiempo que sigues leyendo comienzas a sentir algo extraño, una sensación de algo que sube rápidamente por tu pierna, algo similar a un insecto, tal vez una araña. Mientras te haces consciente de todo esto, tu cerebro ya emitió una predicción:

De inmediato lanzas un manotazo hacia el lugar en el que sentiste el insecto y te levantas del sillón. No hay tiempo que perder. Nunca te ha picado una araña, pero tu cerebro almacena el conocimiento de que hay que andarse con cuidado cada que detecte una.

Sin embargo, las cosas no son tan sencillas como parecen, tu cerebro no instruyó una predicción solamente para realizar una serie de movimientos mecánicos. Para que todo aquello ocurriera, tu corazón bombeó sangre más rápido a través de los vasos sanguíneos dilatados para llevar más glucosa a tus músculos, eso provocó que tu ritmo cardíaco se acelerará, lo que alteró tu presión arterial. Y todo eso estuvo acompañado de una emoción concreta de miedo o de enojo, dependiendo de tu carácter y de tus experiencias previas.

¿Tu cerebro tenían la certeza de que realmente era una araña la que se trepaba en tu cuerpo? Por supuesto que no y de hecho esa es una buena razón de porque estas respuestas se llaman predicciones. El cerebro no necesita tener certeza para simular los cambios, si así fuera, si instruyera cambios sólo después de haber comprobado una predicción, quizá no estaríamos vivos. De hecho, aun sin la comprobación, la predicción suele ser tan vívida que incluso tu cerebro te predispone a ver una araña, hasta que la evidencia dicte lo contrario.

Ahora bien, una vez que estás de pie y libre de peligro, puede que sucedan dos cosas: la primera es que en efecto haya una araña, de modo que la predicción resulta correcta y a continuación actúas según la experiencia o conocimiento que almacenas: sales de ahí de inmediato, le das un pisotón para acabar con la amenaza o buscas como llevarla al patio para que cada uno siga con su día en paz.

Puede, sin embargo, que ocurra algo más: que no haya ninguna araña, entonces acontece otra parte del proceso: tu cerebro corrige el error. Ahora ya sabe que no hay ninguna araña, de modo que la predicción es corregida y emite una nueva con otras instrucciones.

Pero aquí ocurre algo interesante: el hecho de que sepas que estás fuera de peligro, no necesariamente implica que la química de tu cuerpo se ajuste de inmediato. Estos reajustes suelen ser más lentos, de modo que tu mente puede estar en un lado mientras tu cuerpo y emociones están en otro. Un momento después de que todo ha terminado, aun te podrías sentir ligeramente alerta, con el corazón palpitando más rápido de lo normal y con un flujo extra de energía en el cuerpo.

Tu cerebro repite este mismo flujo a lo largo del día, una y otra vez, incansablemente y sin importar la situación: cuando ves a tu pareja acercarse, cuando tu jefe te avisa que quiere reunirse contigo, cuando vas manejando y el auto frente a ti frena bruscamente: en un milisegundo tu cerebro instruye una serie de cambios: tensas el cuerpo, pisas el freno a fondo, liberas adrenalina y cortisol y todo esto es acompañado de unas emociones muy reconocibles.

E incluso cuando ves un platillo apetitoso en la pantalla de la televisión se emite una predicción, sin duda, una situación que a todos nos ha ocurrido: tu cerebro se prepara para comer, algunas neuronas te hacen agua la boca para liberar enzimas que ayuden a la digestión. Y de inmediato corrige la predicción, no hay comida frente a ti, así que sigues con tu día, aunque las sensaciones y el antojo persistan aun por un momento más.

Doctora Lisa Feldman Barret
Doctora Lisa Feldman Barret
"Estas predicciones son las mejores conjeturas de tu cerebro sobre lo que está sucediendo en el mundo que te rodea y cómo lidiar con eso para mantenerte vivo y saludable".

Y en cada caso, la respuesta (o simulación) que emite el cerebro responde a una pregunta: ¿Qué combinación de mis experiencias pasadas y conocimientos almacenados se ajustan mejor a la situación que me atañe ahora?

Dicho de otra forma, el cerebro hecha mano de lo conocido para fabricar su respuesta a los eventos presentes. De manera muy interesante, esa simulación no contiene elementos solamente de experiencias reales que hayas atravesado, sino también de la información que obtiene, digamos, de tus interacciones con quienes te rodean e incluso de la información que consumes: los libros que lees, los videos y películas que miras, etc.

No hay nada que escape a las facultades predictivas del cerebro. Literalmente actúa en todas las direcciones. Emite predicciones para regular el interior de nuestro organismo, de la misma manera en que las instruye para evocar simulaciones que nos ayuden a conducirnos en el exterior. Y estas respuestas van acompañadas de alteraciones en nuestro presupuesto corporal  El Presupuesto Corporal es como cerebro distribuye la energía de tu cuerpo para mantenerte vivo y sano. Para asegurarnos de mantener el equilibrio de nuestro presupuesto corporal, el cerebro anticipa las necesidades del cuerpo e intenta satisfacerlas incluso antes de que surja la necesidad., pero también suelen ir acompañadas de sensaciones, emociones, recuerdos y actitudes.

¿Por qué las Emociones parecen reacciones a eventos externos?

Contrario a lo que podría parecer, estas predicciones y sus emociones asociadas no se tratan de reacciones automáticas que el cerebro emite irreflexivamente, sino más bien, se tratan de respuestas construidas al instante, valiéndose de toda la información de la que el cerebro dispone hasta ese momento.

Las predicciones que el cerebro construye se fraguan por debajo de nuestro nivel de consciencia a una velocidad tal, que precisamente por ese hecho nosotros las sentimos como reacciones y no como instrucciones emitidas por el cerebro. Pero de hecho, así es como suceden la mayoría de nuestros procesos: metabolizamos los alimentos sin ser consultados, el corazón late más o menos fuerte sin que nosotros tengamos injerencia en ello, si hace frio temblamos y nada podemos hacer al respecto, lo mismo si hace calor y comenzamos a sudar para regular nuestra temperatura.

Pero aun hay más…

Cuando sales de la cama al despertar, es probable que pienses: "yo he sido quien decidió abandonar la cama", y así es, en cierta forma, pero si reflexionas con cuidado te darás cuenta de que tú jamás decidiste impulsar tu cuerpo hacia adelante, bostezar, mover un brazo y luego una pierna y después salir de la cama para quedar de pie. Menos aun hiciste un esfuerzo para permanecer en equilibrio y después mover los pies para dirigirte al baño. Fue tu cerebro a través de las predicciones quien instruyó cada movimiento que debía ser ejecutado para conducir con éxito operaciones tan cotidianas.

Mujer Despertando
Foto de Unsplash

Pero en cierta forma, debemos agradecer que así sea, imagina si no, cuan atolondrados e ineficientes seríamos si estuviéramos obligados a decidir con consciencia cada movimiento que habremos de hacer durante todo el día.

A este fenómeno, los neurocientíficos lo conocen como "la ilusión del libre albedrío". Creemos decidir cada cosa, cuando en realidad, la mayoría de las veces somos meros receptores de las predicciones emitidas por nuestro cerebro.

Y así sucede a lo largo y ancho de nuestra experiencia diaria. Si ahora mismo escuchas una canción particularmente significativa para ti, es probable que emerjan algunas emociones, recuerdos y pensamientos, pero nada de esto surgió a través de una decisión consciente tuya. Tu cerebro fraguó todo y tú te hiciste consciente de ello. Y esa suerte de hacerte consciente, es la que te deja con la sensación de que eres tú quien está construyendo esa experiencia. Pero, en realidad, no es así, tú sólo estás viviendo esa experiencia.

Esto nos ayuda a comprender porque nuestras emociones se sienten como reacciones automáticas y no como predicciones fabricadas para una determinada situación: porque el cerebro construyó la respuesta por debajo del nivel de la consciencia y lo hizo en un santiamén.

Pero aquí es donde las cosas se ponen interesantes:

Aquí es cuando ponemos a prueba a la llamada ilusión del libre albedrío. Es cierto que el Yo consciente no puede decidir cual va a ser la predicción que el cerebro emitirá, no es posible decidir que pensamientos, que emociones (y su intensidad), ni que sensaciones van a darle vida a una determinada predicción, pero si podemos hacer algo frente a esta situación que parece escapar a nuestro control: Podemos no reaccionar.

Permíteme explicar mi punto con una anécdota muy conocida entre los círculos budistas:

«Buda estaba trasmitiendo sus enseñanzas a un grupo de discípulos cuando un hombre se le acercó e insultó, con intención de agredirlo. Ante la expectación de los allí presentes, Buda reaccionó con absoluta serenidad, quedándose quieto y en silencio.

Cuando el hombre se fue, uno de los discípulos preguntó a Buda por qué había dejado que aquel extraño lo maltratara de ese modo.

Buda respondió con tranquilidad: «si yo te regalo un caballo pero no lo aceptas, ¿de quién es el caballo?». El alumno, tras dudar un instante, respondió: «Si no lo acepto, seguiría siendo tuyo».

Buda asintió y le explicó que, aunque algunas personas deciden gastar su tiempo regalándonos insultos, nosotros podemos elegir si queremos aceptarlos o no, de la misma manera en que haríamos con cualquier otro regalo. Si lo tomas, lo aceptas, y si no, el que te insulta se queda con el insulto en sus manos».

Una predicción, por supuesto, no es un insulto ni un regalo, pero si podemos encontrar un paralelismo importante: que nos fue entregada sin que se nos consultara, por lo tanto, podemos optar por tomarla o no. No siempre es posible hacerlo, ciertamente, hay situaciones que ameritan una reacción inmediata, sobre todo aquellas que suponen un riesgo real para nuestra integridad física. Pero para la mayoría de las situaciones que enfrentamos a diario, con frecuencia una respuesta menos reactiva es mejor.

El cerebro emite una respuesta, una predicción, pero nosotros tenemos la facultad para emitir una contra respuesta. Podemos detenernos y optar por una alternativa...

"El filósofo Epicteto dijo que nuestro "don más eficaz", lo que distingue a los humanos de otros animales, la esencia de la naturaleza humana, es la facultad de elegir. Cada persona tiene la opción de ser buena o mala, amar u odiar, ser fuerte o débil, valiente o cobarde." Ryan Holiday

Las predicciones no están escritas sobre piedra, y nosotros no estamos irremediablemente destinados a obedecerlas, de hecho, no hacerlo es una manera de demostrar que el libre albedrío, después de todo, no es una ilusión. Nuestro cerebro dicta, pero nosotros podemos elegir. Por eso el Psicólogo Viktor Frankl escribió:

"Entre estímulo y respuesta hay un espacio. En ese espacio tenemos el poder de elegir nuestra respuesta. En nuestra respuesta se encuentra nuestro crecimiento y libertad." Viktor Frankl

El cerebro expide predicciones, pero es virtualmente ciego ante los dilemas existenciales más profundos del ser consciente en el que se encuentra, sin tener en consideración la sensibilidad del carácter humano: ¿cómo lo haré sentir, le causaré aflicción, sufrimiento, alegría? Nada de eso importa -respondería el cerebro si tuviera oportunidad- lo que importa, es que sobrevivas. Pero ya sabemos que si importa. El hombre no quiere sobrevivir solamente, quiere darle un sentido a su existencia.

El cerebro tiene sus limitaciones y la naturaleza bien podría estar al tanto de ello, tal vez por eso nos proporcionó las herramientas con las que podemos suplir esas falencias: la fuerza de voluntad y la capacidad de hacernos conscientes de nosotros mismos. El cerebro, pues, puede ayudar a mantenernos con vida, pero de ninguna manera puede ayudarnos a vivir. Esa es una batalla que nosotros habremos de librar.

Principales Aprendizajes y Recomendaciones

  • El mundo que nos rodea, lo percibimos de esa manera (olores, colores, sonidos, texturas) porque el cerebro capta la información que percibe del medio ambiente  y la transforma en algo que podamos percibir. Por ejemplo, el sonido son vibraciones en el aire, el color es luz reflejada sobre la superficie de los objetos y los olores son moléculas dispersas en el ambiente. El mundo que percibimos es el resultado de un complejo proceso de construcción cognitiva
  • De acuerdo a las ciencias de la evolución, la naturaleza impulsó el surgimiento del cerebro para ayudarnos a sobrevivir, prosperar (desarrollarnos) y pasar nuestros genes a la siguiente generación, una de las maneras en la que lo hace es captando información del lugar en el que estamos, y vigilando y regulando el estado interno de nuestro cuerpo para que podamos responder adecuadamente al ambiente que nos rodea. A estas respuestas se le conocen como predicciones.
  • Las Emociones y sensaciones que experimentamos son parte de las predicciones que el cerebro emite. El miedo, por ejemplo, surge cuando el cerebro detecta algún tipo de amenaza en el exterior. Las sensaciones de cansancio y hambre surgen porque el cerebro detecta que necesitamos reponer y recuperar energía. A cada momento el cerebro predice que cambios internos deben ocurrir en el interior del cuerpo, para que respondas a lo que ocurre en el exterior.
  • El ciclo o bucle de predicción es:  Predecir → Simular → Comparar → Corregir
  • El cerebro instruye predicciones todo el tiempo, algunos científicos lo consideran su modo de operación por defecto. Por ejemplo, si estás en un restaurante y el mesero te habla mal, tu cerebro, tomando en cuenta la información de experiencias pasadas e información acumulada, emitirá la respuesta que mas se ajuste a la situación: enojarte y marcharte, indignarte y solicitar otro mesero, actuar como si nada pasara, etc. Estas respuestas, entre más se repitan, más se afianzan y hay mas posibilidades de actuar de esa misma manera en situaciones similares.
  • Es posible actuar de manera distinta, la siguiente ves que alguien nos hable mal, podemos optar por no reaccionar según la predicción que el cerebro emitió y tomar una alternativa. Por ejemplo, si usualmente peleamos cuando el mesero nos habla mal, podemos optar por pedir un trato distinto en lugar de solo marcharnos. Al hacer esto, estamos educamos a nuestro cerebro y abrimos espacio para la posibilidad de que un nuevo comportamiento se forme y afiance.
Por
José M. Reyes