Hola, hace unas semanas que no te escribo… Sucede que he estado aprovechando el tiempo para reestructurar Resiliente de pies a cabeza. Vienen proyectos muy interesantes ¡y me emociona!

Por ahora te comunico el primero de los cambios importantes: migré y rediseñé mi sitio web. ¿Me puedes decir que opinas del cambio?.

También hice cambios en este newsletter, pero en lugar de explicarlos, prefiero que los veas.

3 Reflexiones Personales

1. ¿Quién necesita tu compasión?

Imagina esto: Alguien te agredió y tú te enfadaste con justa razón. La sangre te hierve. Estarías feliz si pudieras contestar la agresión en la medida justa.

Pero de pronto reparas: no quiero ser ese tipo de persona. Lo mejor en estos casos es mirar con compasión a quien cometió la falta.

Después de todo, actuó así debido a su ignorancia. Y aún si actuó con malicia, su conducta es propia de su nivel de consciencia.

No puedes esperar nada más de ellos. Lo mejor es observarlos con compasión.

Y ahí te quedas con la furia espoleándote con violencia, mientras te esfuerzas por tener una mirada compasiva y de aceptación.

Pero ahora mira con cuidado: ¿Quién es el que necesita compasión en estos casos? ¿Tú o el ignorante que no sabe lo que hace? La otra persona, ve tu a saber, pero es probable que ande por la vida campante mientras tú, enfurecido, te esfuerzas por ser virtuoso y digno.

¿Y no es esa una forma de auto-agresión?

Creo que eres tú (y yo), más que el otro quien necesita de su propia compasión. Después de todo, tú eres quien padece, no es el otro quien sufre por su ignorancia.

A menudo, esa mirada compasiva que intentamos dirigir a los demás, la debemos dirigir a nosotros mismos y recordar: no necesito estar sufriendo así por un(a) idiota que no sabe lo que hace, o aún peor: que sabe perfectamente que hace y aún así lo hace.

2. ¿Cuál es el punto de huir del dolor?

Si algo sabemos con certeza acerca de la existencia humana, es que en algún momento sufriremos. Muchas cosas pueden situarnos ante las puertas de la desesperación: una enfermedad terminal, una relación importantísima que se quiebra de un día para otro, un accidente, el desplome de la economía, o una pandemia.

Así que, si la vida te enfrentará al dolor en múltiples circunstancias ¿cuál es el punto de luchar contra él?

“El camino para salir del infierno es a través de la miseria -escribió la psicóloga Marsha Linehan- al negarte a aceptar la miseria que es parte de salir del infierno, vuelves a caer en el infierno”

¿Qué nos quiere decir Linehan con esto? Que es posible excavar más profundo en nuestro infierno personal si luchamos contra el dolor que estamos experimentando. Es muy simple: luchar produce una tensión adicional al sufrimiento padecido.

Expresiones como “No merezco esto” o “No es así como debía ser”, sin importar cuan ciertas sean, solo aumentan nuestro dolor y niegan la capacidad que tenemos de extraer aprendizajes de nuestras desgracias.

Pero intentar evadir el dolor al no pensar en él o aun peor, reemplazarlo con pensamientos positivos, tampoco ayuda. En una investigación que llevaron a cabo los psicólogos Matthew Killingsworth y Daniel Gilbert, descubrieron que las personas se sentían menos felices cuando evitaban pensar en el presente, al recordar el pasado o evitar el futuro.

¿Qué conviene hacer, entonces, cuando nos acontecen situaciones dolorosas? El mejor camino es "aceptarlo radicalmente”. La sabiduría de la aceptación radical es bastante directa y simple: nos enseña que no conviene pelear contra lo que estamos sintiendo o experimentando justo en este momento.

¿Te sientes enojado? Muy bien, que así sea. ¿Te sientes triste? maravilloso, es parte de tus derechos. No juzgues, ni rechaces. No intentes disminuir la intensidad de lo que sientes. Y si te es posible, dirige la atención a tus sensaciones, en lugar de mirar a otro lado. Podrías aprender mucho de ti mism@ si aprendes a observar lo que sientes.

La aceptación radical, al final, es acerca de aceptar el presente y a nosotros mismos, en todas sus facetas, por más penosa y lúgubre que se haya tornado nuestra situación.

3. La tensión es el enemigo.

La aceptación radical no es sólo acerca de aceptar las calamidades del presente, también es acerca de aceptar sin cuestionamientos las emociones positivas que experimentamos. El filósofo Indio Krishnamurti decía:

“La felicidad es extraña, viene cuando no la estás buscando. Cuando no estás haciendo un esfuerzo por ser feliz, entonces, inesperadamente, misteriosamente, la felicidad está ahí, nacida de la pureza, de la hermosura del ser”.

¿Que intenta decirnos Krishnamurti? Sencillo: no añadas tensión a tu experiencia presente, ya sea en forma de rechazo, cuestionamiento o deseo. La tensión intensifica el dolor y extingue la felicidad.

Y por otro lado, vivir en el presente y aprender a aceptar radicalmente (dos cosas que no se pueden separar), tienen el efecto contrario: disminuyen el dolor y aumentan la dicha.

Enviado por
José M. Reyes